domingo, 28 de junio de 2015

EL ESCARPE Y LOS MONTES DEL CASTELLAR, ALFOCEA Y JUSLIBOL .


RUTA POR LOS CASTILLOS DE LA RECONQUISTA DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA (TRAIL RUNNING). 


Creo que a este sitio le debía una entrada monográfica en mi blog. Por estos montes, sobretodo en la zona comprendida entre Juslibol y Alfocea, paso un gran número de horas y de días al año entrenando, digamos que es como si fuera mi segunda casa, asi que en esta ocasión, no puedo ni quiero ser objetivo.
Al norte de la ciudad de Zaragoza, en los montes comprendidos entre Alagón y Juslibol, tenemos un paraje de gran valor natural, cultural y paisajístico que en algunos tramos es totalmente desconocido y en otros, más frecuentados por los habitantes de Zaragoza, no está lo suficientemente valorado y divulgado. Y esto es lo que pretendo hacer en esta entrada, mostrar y divulgar esta maravilla natural que tenemos a las puertas de Zaragoza.

La Torre de Candespina, un nido de aguilas sobre el Valle del Ebro.


El primer elemento que caracteriza este paisaje es un escarpe de yeso que en algunos puntos llega a alcanzar los 100 metros de altura.


El escarpe de yesos.



El escarpe está atravesado por una red de barrancos fósiles transversales al Valle del Ebro que abren una entramado de pasillos naturales por la estepa. Algunos de estos barrancos aún entran en actividad después de fuertes lluvias y pueden desaguar una gran cantidad de agua en pocas horas. Destacan por sus dimensiones e importancia el Barranco de los Lecheros, que desemboca en la llanura aluvial del Ebro a la altura de Alfocea, y el Barranco Salado o de la Virgen, cuyo nombre alude a los manantiales de agua semipermanentes que se reactivan después de las lluvias y que al secarse dejan un suelo blanco inmaculado por la gran cantidad de sales que arrastran.


El Barranco de los Lecheros.


El Barranco Conejero en su confluencia con el Barranco Salado.


El escarpe es la frontera entre dos mundos, dos ecosistemas naturales aperentemente opuestos pero interrelacionados entre sí. 
Al sur la fértil vega que forma el Ebro, con sus mejanas, sus sotos, sus galachos y sus zonas inundadas, un oasis de vida dónde nunca falta el agua y que ha aprovechado el hombre para cultivar los campos y para asentar sus núcleos de población; de hecho, es una zona densamente poblada.
Al norte, la estepa, el desierto, los horizontes infinitos y la desolación,  un paisaje dónde la vida es muy dura y que está prácticamente despoblado.
Estos acantilados son una línea fronteriza  en dónde se desarrollan casi sin transición  y en un espacio muy pequeño estos ecosistemas diferentes, al sur un ecosistema húmedo y fluvial, al norte un ecosistema desértico y estepario. Como curiosidad y contrariamente a lo que pueda parecer, es en la estepa dónde encontraremos la mayor biodiversidad de plantas y animales; de hecho, estos ecosistemas esteparios contienen más biodiversidad que un bosque de hayas en el Pirineo. 


El Delta del Barranco Salado en su desembocadura con el Ebro, a la izquierda el ecosistema de sotos y humedales, a la derecha la estepa y el desierto, separados ambos ecosistemas por el escarpe de yesos.


El otro gran protagonista que da personalidad a este paisaje es el río Ebro. En este tramo la dinámica fluvial del río ha formado grandes meandros que en algunos puntos chocan directamente contra el escarpe de yeso configurando un paisaje muy espectácular, problamente sea el tramo fluvial de mayor interés paisajístico de todo el Valle Medio del Ebro. El río contacta con los acantilados en el tramo comprendido entre Torres de Berrellén y Alfocea, después divaga hacia el sur, aunque hasta el año 61 volvía a impactar con el escarpe a la altura del Castillo de Miranda; después la riada de ese año abandonó ese meandro y el río se alejó del escarpe de nuevo formando el Galacho de Juslibol y emprendiendo la marcha hacia el sur que hace actualmente. Sin embargo, en un pasado geológico relativamente  reciente, el río sí que chocaba contra el escarpe en el tramo comprendido entre el Galacho y el barrio rural de Juslibol, si somos un poco observadores, veremos como la base de estos acantilados está erosionada mostrando claramente los zarpazos que le hacía el río cuando pasaba por su base.

 El río Ebro choca frente a los escarpes de los Montes del Castellar.



Y el tercero de los elementos que despierta nuestro interés de este paisaje es la existencia de una red de fortalezas y castillos que fueron utilizados para la reconquista de la ciudad de Zaragoza. A finales del S.XI los cristianos se aprovecharon de la condición geoestratégica que tenía este escarpe y construyeron una red de castillos desde la cuál hostigaron a los musulmanes de Zaragoza. En una línea aproximada de unos 25km encontraremos los castillos del Castellar, la Atalaya de Candespina, el Castillo de Alfocea, el Castillo de Miranda y el Picote de San Martín. Si os fijáis, la posición elevada del escarpe, ayudada por la muralla natural del río Ebro y, en algunas ocasiones, por los barrancos junto a los que están contruidas, unido a la cercanía de la ciudad de Zaragoza, explica muy bien el motivo de esta inusual concentración de fortalezas.
Pero lo más curioso de todo es que fueron levantadas en territorio musulmán a las puertas de Zaragoza en un momento en el que los musulmanes no tenían la suficiente capacidad como para repeler los ataques enemigos y los cristianos todavía no tenían la suficiente fuerza militar para conquistar la ciudad de Zaragoza. Un concepto de frontera mucho más permeable del que tenemos ahora con unas fortalezas que fueron levantas en las proximidades de Zaragoza cuando la frontera del Reino de Aragón todavía estaba a las puertas de la ciudad de Huesca. Estas fortalezas son muy poco conocidas y las que se conocen están muy poco divulgadas, sobretodo del papel que desempeñaron en la reconquista, por eso creo que había que detenerse un poco en estos apuntes históricos.


El Castillo del Castellar.


Y ahora si, vamos a correr este escarpe utilizando como guión la visita de estas fortalezas. Empezamos nuestra marcha en el barrio rural de Juslibol justo dónde acaba el pueblo y empieza el camino de tierra que va al Galacho. Muchos no habéis percatado, pero si en este punto levantáis la vista a las casas altas del pueblo veréis los restos de una fortaleza denominada el PICOTE DE SAN MARTIN.



El Picote de San Martín sobre el barrio rural de Juslibol (al fondo la ciudad de Zaragoza).


Su acceso es complicado pero con un poco de lógica llegaréis hasta el castillo, o lo que queda de él, ya que es el más degradado de toda esta red de fortificaciones. Esta fortaleza, a 6km en línea recta de la ciudad de Zaragoza, fue utilizada como base de operaciones por el rey aragonés Pedro I, el cuál la asedió desde este punto en el año 1101. El grito de guerra de los soldados de esta expedicion militar, Deus Lo Bol (Dios lo quiere, es la voluntad de Dios) ha dado nombre al actual Juslibol.


Restos actuales del Picote de San Martín.



A continuación, os dejo una reconstrucción virtual que se ha hecho de lo que pudo ser este castillo en la época de la Reconquista.


Reconstrucción virtual del Picote de San Martín (obtenida del blog Deus lo Vol).


Volvemos a bajar al punto inicial, la ruta es larga y este es el camino más rápido. Por la pista de tierra llegaremos en unos 2km al Galacho de Juslibol. Hasta la riada del 61, el Ebro formaba un meandro que impactaba directamente sobre el escarpe de yeso, era el último sitio dónde chocaba con el acantilado antes de entrar en Zaragoza. En la riada el Ebro abandonó este meandro y formó el Galacho de Juslibol. Voy a publicar una fotografía del año 1938 en la que se muestra cómo era este meandro antes de formarse el Galacho, el punto de dónde está tomada correspondería aproximadamente con el  actual centro de interpretación.


Así era el meandro del Ebro antes de que se formase el Galacho de Juslibol (año 1938).



Continuaremos nuestro camino por el Camino de la Sunsida, el camino histórico que van por el escarpe, justo por encima de este meandro abandonado por el río y que comunicaba Juslibol con Alfocea. Una senda aérea y peligrosa pero muy bonita y con unas vistas preciosas del galacho, de hecho, Sunsida es un topónimo que significa "desprendimento de pared".


El camino de la Sunsida sobre el Galacho de Juslibol el meando del Ebro abandonado que se veía en la anterior fotografía.



El final de esta senda termina en la desembocadura de un barranco, en la otra orilla y justo en la cima del escarpe, la segunda de las fortalezas que vamos a a visitar: el CASTILLO DE MIRANDA. Denominado erróneamente como Castillo de Juslibol, es la fortaleza mejor conservada de esta zona. Un sitio muy estratégico y fácilmente defendible, en la cima del escarpe y sobre la desembocadura de un barranco, con el río Ebro de muralla natural. Os dejo otra reconstrucción que se ha hecho de cómo tenía que ser el castillo a finales del S.XI.

El Castillo de Miranda, sobre la desembocadura de un barranco y en lo alto del escarpe.


Restos de la torre albarrana del Castillo de Miranda.


Reconstrucción del Castillo de Miranda (obtenida del blog Deus lo Vol).


A partir de ahora y hasta el final de la ruta, vamos a ir todo el rato por el escarpe. Dejamos la fertil vega del Ebro y entramos en la estepa, cambios el verde los huertos y los bosques de los sotos, por el color ocre y la vegetación arbustiva, todo este contraste en apenas unas decenas de metros. También entramos en "territorio comanche", luego lo explicaré pero a partir de este punto también atravesamos otra "frontera".
Siguiendo la pista que sale del castillo, paralelos al escarpe y en todo caso siempre a la izquierda en todos los cruces, llegaremos a la población de Alfocea. Este pueblo está ubicado en la desembocadura del Barrancho de los Lecheros, uno de los principales barrancos de estos montes, las escolleras y las defensas que hay en la salida del pueblo nos servirán para darnos cuentas que después de fuertes lluvias este barranco puede entrar en actividad.

La población de Alfocea sobre la desembocadura del Barranco de los Lecheros.


A ambos lados de la desembocadura del barranco se encuentran los restos del Castillo de Alfocea, bastante degradados y casi irreconocibles. Los primeros restos los localizaremos junto al cementerio, el resto están en la otra orilla del Barranco de los Lecheros, junto a la iglesia parroquial.



Restos del Castillo de Alfocea sobre el cementerio.


A diferencia del resto de fortificaciones de esta zona, el castillo no está ubicado en un "nido de aguilas" pero también domina el escarpe desde lo alto y controla el Barranco de los Lecheros, uno de los principales puntos de acceso de estos montes. El pueblo de Alfocea surgió posteriormente junto a este castillo.


Los restos del castillo junto a la iglesia.


Desde Alfocea subiremos hasta la iglesia y partiremos hasta un mirador que hay en la zona alta del pueblo. Desde aquí, y otra vez dentro de "territorio comanche" continuaremos nuestra ruta de los castillos. Aquí el escarpe es dónde está mejor configurado y dónde mayores dimensiones tiene; de hecho, si nos apetece más también podemos continuar por la base del escarpe a través de una pista de tierra que sale de las últimas casas del pueblo.
Si elegimos la opción de ir por arriba, nos espera un paisaje duro y agrestre, estepario en el que estaremos continuamente subiendo y bajando. Nuestro rumbo es claro, iremos todo el rato por la senda que va pegada a la cima del escarpe.




De esta manera, y en unos 7km desde Alfocea, llegaremos a la TORRE DE SOBRADIEL, también denominada como ATALAYA DE CANDESPINA  por el soto que forma el río Ebro a los pies de este castillo; los ciclistas que frecuentan estos caminos también la denominan como la Atalya Militar.
En su momento funcionó como torre óptica o de vigía en dependencia directa con el Castillo del Castellar. El sitio dónde está ubicada nos dejará con la boca abierta, un auténtico "nido de águilas" con unas vistas muy ámplias del Valle del Ebro, Zaragoza y el Moncayo y el río chocando directamente sobre la base el acantilado dónde está construida.


Frente a la Torre de Candespina.



A partir de aquí aumentan las distancias y se multiplican los esfuerzos, ya no nos será posible continuar por la línea cimera del escarpe. Tendremos que tomar dirección norte por una pista de tierra que sale de la Atalaya e internarnos en el corazón de la estepa. Horizontes infinitos, caminos polvorientos, frio, cierzo salvaje en invierno, sol implacable y calor sofocante en verano, y por supuesto ni una gota de agua, si vamos andando o corriendo como es mi caso, tenemos que tener claro dónde nos metemos. Recorreremos bastantes kilómetros por pistas de tierra, la dirección a seguir también la tenemos que tener clara, como referencia, siempre por las pistas principales y en los cruces siempre a la izquierda.


Paisaje duro y estepario y horizontes infinitos en los montes del Castellar.


Estos montes fueron expropiados por el ejército en la década de los 70 (hablaré más tarde de esto) y es curioso comprobar como la naturaleza ha recuperado su espacio en todos estos años transformando otra vez en monte y en estepa los campos de cultivo de cereal que le había arrebatado el hombre. Desde esos años nadie ha cultivado estos campos.

La naturaleza recupera poco a poco el espacio robado por el hombre (los restos de los campos de cultivo casi mimetizados con el paisaje).



La pista principal de tierra poco a poco nos va acercando de nuevo al escarpe y tras unos cuantos kilómetros aparecerá ante nosotros la Ermita de la Virgen del Castellar. Estamos llegando a nuestro destino y esta ermita será el único refugio que nos encontraremos en medio de este duro paisaje. La ermita apenas es utilizada pero está muy bien conservada y, si no me equivoco, sólo es visitada una vez en año y en romería por los vecinos de Torres de Berrellén a los que se les permite acceder a los terrenos militares.

Ermita de la Virgen del Castellar.






La pista se acaba y se transforma en senda. Llegamos a un barranco y empiezan a aparecer ruinas y restos materiales por todas partes. Por fin hemos llegado al CASTILLO DEL CASTELLAR, la joya de la corona de estos montes y un sitio increible de difícil acceso a las puertas de Zaragoza. Su ubicación no puede ser más estratégica, sobre la cima del escarpe, al sur le protege el Ebro cuyas aguas impactan sobre el acantilado dónde está construido, al norte el Barranco Conejero le sirve también de muralla natural y al oeste el Barranco Salado o de la Virgen, el barranco principal y de más desarrollo de estos montes, una joya natural y geológica que alberga manantiales semipermanentes de agua de alto contenido salino y que en verano se evapora formando una cubierta salina de blanco inmaculado.



Emplazamiento espectácular del Castillo del Castellar.


El Castillo del Castellar es el castillo principal y más importante de toda esta red de fortalezas. Desde este punto, el rey Alfonso I el Batallador estableció la base de operaciones desde la cuál asedió, ayudado del resto de fortalezas que hemos visitado anteriormente, y finalmente conquistó a los musulmanes la ciudad de Zaragoza en el año 1118. Años más tarde, desde este castillo también se pactó la boda de Petronila, hija del rey aragonés Ramiro II el Monje, con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, lo que supuso a la postre el nacimiento de la Corona de Aragón. No os voy a meter más rollo histórico pero estos dos hechos que os he relatado espero que sirvan para constatar la tremenda importancia histórica que tiene este castillo. 
A los pies de esta fortaleza se asentó una población que llegó a tener 1.000 habitantes y que con el paso de los años, poco a poco se fue trasladando hasta Torres de Berrellén, al otro lado del río, hasta quedar totalmente abandonada. En la actualidad, este lugar probablemente sea el yacimiento arqueológico virgen y sin excavar de mayor extensión de todo Aragón.



Frente a las ruinas del palacio del Castillo del Castellar, me ha costado llegar hasta aquí pero ha merecido la pena.



La geología, la naturaleza, la historía, el paisaje que nos rodea, todo, absolutamente todo es espectácular, un paraje sorprendente, de gran valor natural,  dificil acceso y muy poco conocido a escasos 25km de la ciudad de Zaragoza.

Confluencia del Barranco Conejero con el Barranco Salado.



Y es que, salvo al Picote de San Martín, todos estos montes y toda esta red de fortalezas se encuentra dentro de los límites del Polígono Militar de San Gregorio, el campo de maniobras más grande de España y uno de los más grandes de Europa. No voy a entrar a debatir sobre la extensión de este polígono militar pero lo cierto es que toda esta ruta que os he descrito está dentro de terreno militar y como tal tenemos que ser consecuentes. También deciros que después de que el ejército expropiara estos terrenos, parte de estos montes, sobreto los más cercanos al escarpe, han sido declarados LIC (Lugar de Interés Comunitario) por su gran valor medioambiental y su biodiversidad y me consta que el ejercito ha establecido en este lugar una zona de seguridad por la que podemos transitar de forma más o menos tranquila aunque ojo, por que si nos ven, nos llamarán la atención y nos pueden llegar a multar, asi que sed precaviros. No obstante, los fines de semana, estos caminos son relativamente transitados por aficionados a la BTT.


En esta vida, todo lo bueno o es muy caro, o está prohibido o es pecado.



La ruta descrita, ida y vuelta, saliendo desde Juslibol brinca de los 50km. Lo más sensato es hacerla en bicicleta, si vas a pata o corriendo, os saldrán un montón de horas y bastantes metros de desnivel. No obstante, podéis hacerla en varios tramos y recortarla saliendo desde Alfocea. En todo caso, el esfuerzo estará siempre compensado por las vistas increibles que podemos disfrutar desde lo alto del  escarpe, el contraste entre la estepa y los humedales que podremos contemplar en un espacio tan reducido y por el hecho de tener la ocasión de descubrir páginas que forman parte de nuestra historia.
Y aunque lo normal es que sean las bicis de montaña las que transitan por estos montes, sobretodo más allá de Alfocea, también hay algun otro "loco" que se interna por los Montes del Castellar corriendo. Os dejo otros 2 puntos de vista de 2 corredores ultrafondistas de la ciudad de Zaragoza que han pasado corriendo por estos montes:

http://apostayadrede.blogspot.com.es/2012/03/alagon-monzalbarba.html

http://ateuch.blogspot.com.es/2012/02/somos-unos-privilegiados.html



Ah, y no os olvidéis de visitar a los amigos de Alfocea sobre Ruedas, un garito cojonudo que hay en Alfocea y que os puede servir como base para hacer todas estas pateadas; además, os informarán amablemente de todas estas rutas y de los secretos que esconden los montes del Castellar.




Alfocea sobre Ruedas.