Para este finde pasado tenía la cabeza muy caliente y planes muy ambiciosos de monte que se me fueron al traste por la meteorología tan adversa anunciada para esos días en el Pirineo. Asi que otra vez a improvisar y a tirar de "plan b". Me apetecía mucho trabajar el aeróbico, que ultimamente lo tengo muy olvidado, y como llevaba unos cuantos días acumulados de entrenamiento en mis piernas, decidí ir a la Sierra de Guara para subir corriendo a alguna de las cumbres que no había subido aún.
Con la cabeza caliente, salí de Zaragoza con la intención de subir corriendo a las cumbres de la Peña de Aman, en el Salto de Roldán, y del Picón del Mediodía. Después los pinchos y la falta de entrenamiento me pusieron en su sitio; no pasa nada, con entrenamiento poco a poco iremos pillando la forma deseada y además las sensaciones fueron muy, muy buenas.
Para acceder a la Peña de Aman, tendremos que coger la pista de tierra como si fuéramos a la Ermita de San Martín de la Val d´Onsera, paro desviarnos en el siguiente camino que hay después del desvio al parking dónde sale la senda a la ermita.
El camino de acceso a la Peña de Aman está perfectamente marcado y señalizado; sin embargo, nos dirigimos al Guara desconocido y recóndito, esto no es Alquezar ni el Formiga, aquí casi no llegan los turistas por lo que tenemos garantizada la tranquilidad y la soledad.
El camino empieza de forma descendente hasta cruzar el cauce seco (en verano) del barranco de San Martín de la Val d´Onsera. Antes pasaremos por una pequeña cueva aprovechada como redil para el ganado con curiosas formas en la roca. Os chivo un pequeño secreto respecto a este sitio: el suelo de la cueva es llano y blandito y la roca del desplome es excelente en algunos puntos, además se está fresquito en verano por que no le da el sol y las marcas de magnesio delatan que aquí algunos se lo han pasado bomba y han estado muy entretenidos.
A partir de esta cueva-redil comienza la ascensión propiamente dicha que devoramos en pocos minutos hasta un pequeño collado. La senda está muy marcada y no tiene perdida.
Desde la colladeta veremos perfectamente el objetivo del día y la senda ascendente que nos lleva hasta el collado de la derecha de la Peña de Aman.
Desde este punto la cosa se pone más dura, el camino se empina bastante en algunos tramos pero también tendremos que atravesar un par de barrancos que nos obligarán a perder altura para luego recuperarla.
El hecho de ir corriendo, con zapatillas de trail en vez de botas de montaña, y con una pequeña mochila "camelback" en la que llevo lo estrictamente necesario, me permite ir muy ligero y hacer esta parte de la ascensión con bastante rapidez, aunque también es verdad que me cuesta mi esfuerzo.
El hecho de ir corriendo, con zapatillas de trail en vez de botas de montaña, y con una pequeña mochila "camelback" en la que llevo lo estrictamente necesario, me permite ir muy ligero y hacer esta parte de la ascensión con bastante rapidez, aunque también es verdad que me cuesta mi esfuerzo.
Conforme nos acercamos podemos disfrutar del espectáculo natural tan grandioso que es el Salto de Roldán, para mi uno de los rincones más bonitos del Alto Aragón, y desde una perspectiva poco conocida por que a la Peña de Aman sube muy poca gente.
Desde el collado tendremos que afrontar la parte más dura de la ascensión. Este tramo es muy empinado y soy incapaz de hacerlo corriendo, pero aun así consigo subir andando a un ritmo muy intenso. Aquí me arrepentí mogollón de ir con pantalón corto, anda que no pinchan los arbustos, acabé con las piernas arañadas.
El ultimo escalón de la peña es un corto muro de roca descompuesta que hay que superar mediante tres clavijas que pillan muy a desmano sobretodo para los que no somos altos, y pueden impresionar a personas no acostumbradas a la altura. No son difíciles pero cuando llegué a la base de este muro iba con las pulsaciones tan disparadas que me tuve que parar unos minutos para que el corazón volviera a su sitio y pudiera subir con relativa seguridad.
Mientras me recomponía a pie de las clavijas aproveché para fotografiar este bonito ejemplar de "Corona del Rey" que me llamó mucho la atención.
Tras las clavijas por fin llegué a la ansiada cima desde la que hay unas vistas impresionantes y no del todo conocidas de la Peña de San Miguel, con su castillo, el Salto de Roldán y la Hoya de Huesca. A la Peña de San Miguel ya había subido en varias ocasiones (ver entradas anteriores), y siempre me había llamado la atención la vecina Peña de Aman, aislada de esta por el imponente tajo que forma el río Flumen a su paso por las dos peñas.
A la Peña de San Miguel se puede llegar fácilmente con el coche desde una pista asfaltada que sale de la localidad de Sabayés y, desde el aparcamiento, en unos 15 minutos y tras pasar una ferrata muy bien equipada podemos llegar a su cima sin mucho esfuerzo. Ni que decir tiene que esta es la cima más visitada de las dos que conforman el Salto de Roldán.
Sin embargo, alcanzar la cima de la Peña de Aman exige mucho más esfuerzo que su vecina, ya que tendremos que darnos un buen pateo y encima las clavijas de acceso a su cima pueden echar atrás a personas poco acostumbradas a los precipicios.
Las vistas desde la cima son soberbias. A mi este sitio no me cansa nunca, podría subir mil veces y volvería a repetir. Es el reino de la verticalidad absoluta, por estas inmesas paredes de conglomerado se hace paso el río Flumen por una angostura grieta conformando el barranco más técnico en caudales (las Palomeras del Flumen) que podemos afrontar en la Sierra de Guara, y por estos precipicios anidan decenas de aves rapaces, buitres principalmente, pero tampoco nos será dificil observar alimoches y quebrantahuesos.
Vistas del "Fraile". Este sitio es el reino de la verticalidad absoluta. Fijaros en la cantidad de buitreras (manchas blancas) que hay en estas paredes.
Lo de los pajaricos es digno de resaltar. Creo que es el sitio dónde he visto más colonias de buitres y desde más cerca. Incluso el sábado pasado me llegaron a dar un buen susto ya que, al acercarme a una repisa para fotografiar el río Flumen, me salió un pedazo de buitre que para "suerte" mía estaba en la misma repisa. Si tenemos en cuenta que pueden llegar a tener una envergadura de 2 metros con las alas abiertas, pues ya os podéis hacer la idea del susto que me di, menos mal que estaba bien apoyado, sino salgo volando al vacio con el buitre.
Al descenso iba con las piernas cargadas y arañadas, además hacía mucho calor asi que decidí dejar el Picón del Mediodía para otra ocasión, total lo tengo a poco más de una hora de coche desde Zaragoza y seguro que tendré otra ocasión para volver a entrenar por estos parajes. Lo de ir corriendo por el monte es una maravilla, descontado los descansos (en la cima estuve un buen rato), me costó subir y bajar lo mismo que marcan las reseñas sólo para la subida. Las sensaciones fueron muy buenas y el paraje merecía con creces la sudada que me di para subir corriendo hasta esta cima.
Un consejo: si os decidis a perderos por este rincón de la Sierrra de Guara, no os olvidéis de los pantalones largos, yo creo que tendré las piernas "decoradas" durante una semana.