domingo, 30 de marzo de 2014

CRONICA VIII CARRERA DEL EBRO.

MUY BUENAS SENSACIONES EN UNA CARRERA MUY RAPIDA


El domingo pasado se celebró la VIII edición de la Carrera, 2ª vez con un formato de 30km y 14km y la cuarta vez que me colgaba el dorsal de esta prueba. Hay carreras en las que tu objetivo es sobrevivir y llegar a la meta con la máxima dignidad posible. Otras, en las que sales a darlo todo y tu objetivo es romper el crono y superar una marca personal e incluso, si estás en la élite, subirte en el cajón del podium. Pero hay otras ocasiones, en las que te pones en la línea de salida para experimentar, hacer probatinas, comprobar tu estado de forma y ver como has progresado en tus entrenamientos, digamos que son otro entrenamiento más pero con dorsal. 
El domingo pasado mi planté bajo el arco de salida de la VIII Carrera del Ebro con el último de los planteamientos que he indicado antes. Para mi era un entrenamiento con dorsal, quería buscar sensaciones y comprobar si mi forma física respondía a los entrenamientos realizados desde principios de año.
La Carrera del Ebro es una prueba de trail que tiene 2 circuitos. El mayor, al que me inscribí, tiene 30km y 500 metros de desnivel positivo. No tiene sendas técnicas, más o menos las subidas son suaves pero constantes y se hacen por pistas de tierra. Alterna tramos de subida como muchas secciones llanas, lo que hace que sea una carrera muy rápida que se corre a ritmos de asfalto. Esto hace que acudan a ella muchos participantes procedentes del mundo del asfalto y de los triatlones, vamos rodadores natos que volarán por el circuito y que nos levantarán las pegatinas a los procedemos de las carreras de montaña y del trail puro y duro, sobretodo en los tramos llanos.
 




Este año, y a diferencia del año pasado, llego a la Carrera del Ebro mucho más entrenado, incluso casi podría decir que algo pasado de rosca. Pero mis entrenamientos de estos últimos meses han ido dirigidos a las largas distancias y a superar muchos metros de desnivel por terrenos técnicos.  Ni series, ni velocidad, ni nada por el estilo, mi objetivo es aguantar a ritmos lentos durante muchísimo tiempo. Este planteamiento de mis entrenamientos no ha sido baladí, ya que chocaba frontalmente con el estilo y la velocidad a la que se corre la Carrera del Ebro.





También tengo que confesar que este año iba poco motivado con esta carrera. El alto número de participantes (2.300 entre los dos circuitos), la velocidad a la que se corre y que era la cuarta vez que la hacía, me echaba un poco para atrás. Pero como sabéis parte del circuito pasa por los montes por dónde paso muchas horas entrenando a lo largo del año, asi que casi, casi, me supone una obligación participar en esta carrera. Además, también se han apuntado amigos y hay risas aseguradas, aunque ellos van a la carrera de 14km.






¿Y cómo fue la carrera?. Pues como era de prever muy, pero que muy rápida. Aquí todo el mundo salió a fuego, qué diferencia de otras carreras de trail o de ultratrail en las que casi todo el mundo sale muy tranquilo a sabiendas de lo que le va a esperar en las próximas horas. Casi puedo decir que me sentía desorientado y fuera de sitio. No obstante, yo lo tenía claro, iba a hacer mi carrera, pero finalmente me contagié de los ritmos tan altos y acabé dándole a la zapatilla. El día salió muy ventoso, incluso en algunos tramos del circuito el cierzo sopló de cara y con mucha fuerza, esto hizo que la carrera fuera mucho más dura.





LLegué al km. 24, punto final de los desniveles y de las zonas más complicadas, muy bien situado y con muy buenas sensaciones. La piernas tiraban y pedían más. Por delante mío los fatídicos 6 últimos kilometros, totalmente llanos y que van paralelos al Ebro. En mis 3 participaciones anteriores siempre se me habían atragantado y el año pasado se me hicieron especialmente duros. Este año decidí desquitarme y hacerlos al máximo de revoluciones,  los hice a  un ritmo de 4´20/ 4´30 que con los kilómetros que llevábamos, los metros de desnivel acumulados, y el cierzo, era para estar muy contento. Por fin me podía desquitar del fantasma de los últimos kilómetros de la Carrera del Ebro y por primera vez conseguía adelantar corredores y que casi nadie me adelantara a mi.
Crucé la meta con una crono de 2h23min25seg y en el puesto 100 de 700 participantes. El domingo pasado volé literalmente en el circuito, muchos años después volví a correr a ritmos de asfalto y, aunque cansado, esta semana me he recuperado muy bien del esfuerzo.





CONCLUSIONES:

Correr tan rápido no es lo mío....ja,ja,ja.  No obstante, pese a entrenar a ritmos muy lentos y estar preparándome para carreras mucho más largas y con mucho más desnivel, hice una muy buena crono y llegué con muy buenas sensaciones. Este año estoy entrenando bastante bien, noto muchos progresos y de momento me encuentro en un estado de forma muy bueno.
Esta carrera me la he tomado como un entrenamiento con dorsal y como tal la he planteado. De hecho, apenas bajé durante la semana anterior el volumen de los entrenamientos y llegué a la línea de salida con 40km acumulados en las piernas durante los últimos días. Las conclusiones que he sacado han sido muy buenas y me deja un buen sabor de boca ya que me ha permitido comprobar que mi forma física responde a los entranamientos realizados. Y es que las sensaciones son muy importantes cuando corres y estás entrenando duro.


*Nota: las fotos de esta entrada han sido cedidas por la organización y por R.Leorza. Muchas gracias por las fotografías.

1 comentario:

Eduardo Pardo dijo...

A veces ocurre que uno va con muchas especulativas a una prueba, y se da la ostia, y otras en cambio, como te ha ocurrido esta vez, va en plan tranquilo, y sale mucho mejor de lo esperado. A seguir entrenando campeón, un saludo