CONDICIONES SEVERAS Y FUERTE VIENTO PARA ALCANZAR ESTA SENCILLA CUMBRE DEL PORTALET.
Bajando de la cumbre del Cuyaralet en medio de fuertes rachas de viento huracanado.
Finde entre carreras que me apetecía desconectar en el monte. Nos juntamos mi padre y yo el sábado ponemos rumbo al Pirineo sin un objetivo concreto fijado y sin un destino definido. El finde pasado teníamos una situación atmosférica inusal, con un frente de sur barriendo la Península Ibérica.Esta vez el sur de Aragón y el Valle del Ebro eran los más afectados por el frente, mientras que el Pirineo se suponía que iba a aguantar más, aunque se esperaban cielos muy encapotados y algo de marrón por la tarde.
Tras bajar el Monrepós la carretera está despejada de coches, asi que ponemos rumbo al Valle de Tena. Pero como estaba previsto, los cielos estaban muy encapotados asi que nos fuimos al Portalet a ver qué tal está la cosa, ya que alli hay ascensiones sencillas y cortas. Cuando llegamos la frontera está cerrada por riesgo de aludes, lo que nos termina de decidir para decantarnos por el Cuyaralet, una cumbre muy asequible cuyo punto de partida está desde la misma frontera con Francia.
El Cuyaralet visto desde la frontera. Estamos a finales de marzo y hay un paquetón de nieve importante.
Toca abrir huella profunda por la nieve polvo recién caída días atrás.
La temperatura es baja aunque no demasiada ya que estamos a finales de marzo, pero nada más salir del coche el viento nos azota con fuerza, tanto que va a ser el principal obstáculo a salvar ese día.
El Portalet luce un atuendo más propio del mes de enero que de finales de marzo, cualquiera diria que ya estamos en primavera, menudo paquetón. De hecho, durante toda la semana ha estado nevando con cierta intensidad y tenemos una capa de nieve recién caida de entre 30-50cm.
Normalmente el Portalet en fin de semana es un snow-park, masificado por raquetistas y esquiadores de montaña atraidos por las suaves pendientes y la excelente innivación que suele tener esta zona del Pirineo. Hoy, con el marrón que hay y el viento, estamos prácticamente sólos. Hay algún grupo disperso por la zona, incluso hacia el mismo pico que vamos nosotros, pero casi, casi podríamos decir que estamos solos.
Como hay nieve recién caida y riesgo de aludes, toca abrir huella profunda y trazar un itinerario seguro para evitar probables zonas de avalanchas, lo que hace que nos salgamos de la ruta normal que se suele seguir para subir a esta cumbre.
Últimas palas del Cuyaralet (fijaros las cortinas de nieve levantadas por el viento que se ven cerca de la cima).
En la parte inferior de la ascensión hemos ido relativamente protegidos del viento, pero en cuanto afrontamos las palas finales, muy expuestas al viento, las condiciones se vuelven muy severas. Hay rachas de viento muy fuertes, en ocasiones huracanadas, que nos obligan a protegernos por completo ya que los cristales de hielo golgean con fuerza nuestras caras y nos hacen heridas.
Un grupo que iba con nosotros desiste de la cumbre. Nosotros, cabezones, seguimos hasta arriba a pesar de que el viento nos las hace pasar putas en algunos momentos. Apuramos hasta la cima con las raquetas de nieve, y eso que los últimos metros están helados y vamos al límite, pero cualquiera para aquí a poner los crampones, si casi no nos podemos ni tener en pie de lo fuerte que sopla el viento.
Luchando en medio de la tempestad.
No sin esfuerzo alcanzamos la sencilla cumbre del Cuyaralet que no disfrutamos ni un minuto, lo justo para autorretatarnos mi padre y yo, y pitando para abajo, que aquí arriba hay un infierno desatado. En momentos me recordó al Moncayo de las ascensiones invernales más duras que hemos hecho.
Al final cumbre al bolsillo, aunque sea muy puteados.
Bajamos al coche contentos, nos hemos llevado el gato al agua y bajamos con una cumbre en el bolsillo. Esta semana, leyendo blogs y reseñas de gente que también se animó a subir por esta zona ese día para hacer diferentes cumbres, he visto que muchos se dieron la vuelta por el fuerte viento que encontraron.
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